miércoles, 17 de octubre de 2012

La Francia, un Paraíso Familiar

La Francia, un Paraíso Familiar
Corrían Los años 39 y 40 cuando mi padre, un arriero y campesino antioqueño de pura cepa, nos llevó a mi madre, a mis tres hermanos y a mi a vivir en el lugar que representaba su nueva adquisición: " La Francia" una hermosa hacienda con mas de 400 hectáreas de extensión, ubicada entre las poblaciones de Bugalagrande y Andalucía, con una inmensa llanura que sirvió de pastoreo para unas 50 yeguas con sus crías.
En este mismo terreno se encuentra la bella casona de tipo Colonial, contando con 12 habitaciones muy espaciosas y cómodas y de amplios corredores fabricados en madera.
Aquí se daban cita nuestros familiares, los cuales continuamente nos visitaban, siendo los mas asiduos los Soto Ossa, los De la Vega Ossa, los Peláez Ossa, los Ossa Villegas los Cárdenas Ossa y Rendón Ossa entre otros.
Esta bella región, donde estaba ubicada la Hacienda, era particularmente rica en producción agrícola y de ahí se derivaba la gran mayoría de los alimentos que servían para consumo doméstico, aparte de que se contaba con una muy buena capacidad para obtener leche y queso de excelente calidad. En promedio, cada día se podían ordeñar entre 40 y 50 vacas y en cuanto a la producción avícola, se contaba con un buen numero de gallinas ponedoras que brindaban huevos muy naturales y nutritivos. Mi madre siempre tenía en su despensa los mejores y mas sanos productos para nuestra alimentación y la de todos aquellos que teníamos la alegría de recibir en casa. Ella se enorgullecía de preparar exquisitos sancochos Vallunos y de manera muy generosa para todos sus comensales.
por su parte, mi padre se dio a la tarea de organizar dos grandes corrales, uno para la crianza de cerdos, sabiendo que de ahí se dispondrían siempre de los mejores ejemplares para cuanto evento y reunión lo ameritara, y el otro que mantenía de 30 a 40 ovejas, con las cuales se podía contar para obtener de ellas la mejor lana y además poderlas comercializar en Tuluá.
En un patio grande que estaba localizado detrás de la quesera, mi madre cultivaba sus hortalizas y también ahí mismo se había dispuesto de un buen terreno para cultivar arboles frutales como naranjos, limoneros, guayabos, aguacates, moras de castilla y guanábanas. Se destinaron también varias hectáreas en donde se producía maíz, plátano, yuca, frijol y caña de azúcar para luego procesarla en el trapiche y de ahí sacar sus derivados como panela, miel y blanqueado que terminaban siendo vendidos en la zona, junto con el queso prensado.
La hacienda estaba en medio de una región que permitía disfrutar abundantemente de sus productos y así mismo invitaba por la belleza de sus paisajes y senderos a hacer recorridos a caballo. En particular, existía un potrero llamado " el Bosque" el cual quedaba en la parte alta de la montaña, permitiendo disfrutar de una temperatura templada y en donde nacía la quebrada que atravesaba la hacienda y la cual, al hacer su recorrido, formaba una bella cascada que caía sobre una gran roca formando un pailón que servía de estanque para bañarnos. En ese plan de río, hubo muchas veces que también hicimos paseos al río Bugalagrande, que era en su época bastante caudaloso y quedaba cerca de la hacienda. Estos paseos obligaban a disfrutar de la preparación del sancocho en sus orillas y todos participábamos en su elaboración trayendo desde la casa las gallinas ya listas para cocinarlas sobre una fuerte y ardiente brasa que se había montado sobre rocas, después de seleccionar los mejores leños para asegurarnos de tenerla viva por todo el tiempo que requería la preparación.
No podía faltar ya al finalizar el paseo una agradable y emotiva serenata ofrecida por los trabajadores, quienes nos deleitaban con bellos pasillos y bambucos al son de sus instrumentos de cuerda y mientras esto sucedía, había quienes se dedicaban a jugar cartas, domino o lotería.
Era tanto y de forma tan alegre que se compartían estos días entre familia que muchos querían asegurarse de poder tener sus temporadas de vacaciones en la Hacienda, como mínimo dos veces al año.
La bella y agradable "Francia" estará por siempre arraigada en mi memoria, como el mas significativo recuerdo de mi niñez.
Narrado por Gonzalo Ossa Cárdenas, trascrito por su hija, Adriana Ossa Stipsianos
En la fotografía nuestro padre y abuelo Ricardo Ossa Ossa, conversando con María Stella Roldan de Ossa, en la finca la Esneda, acompañado de uno de sus nietos Arturo de la Pava Ossa y la mula Luquino.
Al final del blog encontrara el Álbum Collage. En escala 900x1246 píxeles.